Muestra póstuma del pintor noruego Sigvat Kildal
La exposición permanecerá en la Casa de la Cultural de Abolote hasta el 25 de noviembre
Sigvat Kildal (Oslo 1938- El Chaparral 2010) rejuveneció como persona y artista en estos parajes granadinos. Y ese rejuvenecimiento se tradujo en paisajes de colores intensos, brillantes y alegres. 'La alegría de pintar' es el título de la muestra de acuarelas y óleos que se exponen hasta el 25 de noviembre en la Casa de la Cultura de Albolote, y que con mucha probabilidad será la última muestra, ya que sus obras viajarán en breve a Noruega, su país natal y a Suecia.
Kildal inmortalizó la luz y el paisaje chaparraleño, las gentes y el entorno de Sierra Elvira, que tanto le motivó y cautivó en vida. Todo ello se concentra en una colección definitiva que reune casi 60 pinturas. En ellas, además de la temática paisajística, Kildar muestra su pasión y amor por la tierra andaluza y en especial por Granada. Sus patios de vecinos, el mar, la cosecha, las calles empedradas y las puestas de sol.
En la presentación de la muestra póstuma, la esposa del pintor, Inger, visiblemente emocionada, agradeció al pueblo del Chaparral y a las gentes de Albolote, el cariño con el que fueron acogidos a su llegada a la localidad en los años 80. Inger aseguró que "es una bonita ocasión para mostrar las pinturas de Sigvat porque pronto se trasladarán a otros rincones de Europa". La concejala de Cultura, Montserrat Bailón, inauguró la muestra con unas palabras de agradecimiento a la familia y Emilio López, coordinador de IU Albolote y amigo de la familia Kildar dijo que la muestra supone "un momento de sensaciones encontradas, de un amigo que ya se ha ido y de una familia muy querida por todos los vecinos".
En la muestra también se pudo contemplar el caballete, la paleta, los pinceles y el sombrero que utilizaba el artista. Sus lienzos viajarán en breve a tierras mucho más frías de Europa, pero la muestra ofrece la posibilidad de adquirir algunos cuadros del pintor noruego. Una buena oportunidad para enamorarse de uno de sus paisajes, calles o puestas de sol y disfrutarlos para siempre.
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